Esta es la historia de amor de Kyla y Amaya Ferrer González. La primera es una pastora alemana que vivió 15 años de felicidad plena en compañía de la segunda, una asturiana de 45 años que hace poco más de un mes tuvo que lidiar con una de las pérdidas más importantes de su vida. Del dolor que le provocó la muerte de su compañera perruna sacó varias cosas en claro: la urgencia de concienciar y de que se normalice el duelo tras la pérdida de un animal, además de lo fundamental que resulta pedir ayuda ante este tipo de situaciones. Decidió entonces comenzar la peregrinación hacia Compostela con las cenizas de su perrita a cuestas para aprender así a lidiar con el dolor y, al mismo tiempo, expresar la revolución de los sentimientos que hacen mella en ella día tras día desde que Kyla se marchó. Esta perra fue su maestra, «me enseñó a amar», sostiene. Y aunque ahora ya no está, deja tras de sí un legado muy valioso que Ferrer quiere compartir con el resto del mundo, es por ello que ha decidido retransmitir su experiencia en el Camino de Santiago a través de un canal de Youtube.
En primer lugar, Amaya quiere naturalizar el duelo tras la muerte de los animales: «Parece que tenemos que escondernos, pero cada vez somos más las personas que tenemos una sensibilidad muy especial con nuestros compañeros. Yo sufrí un shock tras la muerte de Kyla, me vino la culpa y la duda por la eutanasia, un tema muy complicado, pero el Camino es ahora un homenaje para ella», explica. Tres días después de la muerte de Kyla, Amaya empezó el recorrido en Andorra, se introdujo en el Camino del Norte en Irún y luego empató con el Primitivo en Avilés. Ante la previsión de la llegada a Compostela, su camino no terminará allí y es que seguirá hasta la Costa da Morte con la intención de esparcir las cenizas de su perra en Fisterra, un lugar que ya visitó con ella hace años. Prevé llegar el día 21, y a pesar de los problemas de salud que sufre en sus pies. Hoy cumplirá 39 días caminando.
Con los sentimientos a flor de piel, Amaya cuenta que explicar día tras día la situación es doloroso: «Llevo a mi perra dentro de la mochila. Las reacciones son dispersas, a veces la gente se ríe y me falta al respeto, pero otras empatiza. Cada vez que llego a un albergue, como tengo dos credenciales, la mía y la canina que me dio la Asociación Protectora de Animais do Camiño (Apaca), tengo que desmenuzar el porqué».
Amaya lleva 21 años viviendo en Andorra. Siempre le han encantado los animales, pero fue su perra la que la impulsó a dedicarse a ellos y es por esto que se formó como adiestradora: «Gracias a Kyla creé una empresa de excursiones caninas en Andorra. Me dedico a ello desde hace 7 años. De no haber encontrado a Kyla en Chile cuando apenas era un cachorro, no hubiese encontrado mi vocación», precisa. La perra se quedó ciega a los cinco años, «pero aun así, ha sido mi guía», confiesa. A pesar de los problemas de salud que arrastraba el animal, desafió a todos los diagnósticos, hasta que a los 15 años llegó el alzhéimer. «Fue devastador emocionalmente, pero ella quería seguir estando aquí», dice Amaya mientras camina hacia Fisterra.
Un canal para retransmitir cada etapa y vivencia
Al terminar cada etapa, Amaya Ferrer sube a Youtube un resumen del transcurso del día. El canal se llama ‘Caminar para Sanar. Por Kyla Sherpa’. «Lo he creado por ella, por todos los animales, y por todas las personas que sentimos que tenemos un vínculo muy especial con ellos, difícil de explicar para el resto de la sociedad», expresa la asturiana.
Fuente: La Voz de Galicia