A primera hora de la mañana, el Puerto de Ferrol se llena de peregrinos que comienzan el Camino Inglés desde el mismo kilómetro cero. Ayer, uno de estos grupos estaba integrado por peregrinos con movilidad reducida, que se dieron cita convocados por la asociación Sociocultural ASCM. Este grupo de unos 15 peregrinos, sin contar a los voluntarios, salió ayer hacia Santiago con el objetivo de llegar al Obradoiro el próximo 1 de septiembre, luego de completar las 10 etapas de la ruta y de avanzar unos 12 kilómetros al día.
El grupo no está formado solo por miembros de la ferrolana ASCM, sino que los peregrinos vienen en representación de entidades de toda España. Es el caso de Isabel, de la barcelonesa Asociación Ictus y también miembro del grupo Patapalos. Isabel tiene movilidad reducida en un brazo y una pierna, y completará el camino en una bicicleta de tres ruedas. Para ella, esta es la primera vez haciendo el Camino de Santiago, pero tiene mucha experiencia en actividades como esta: ha estado en Holanda y Eslovenia completando tramos verdes, en Cataluña recorriendo vías fluviales… El Camino de Santiago era una asignatura pendiente que ahora está a punto de explorar con el objetivo de comprobar la accesibilidad de esta rutas para bicicletas como la suya y para otras como las handbike, en las que se pedalea con las manos.
De lejos también vienen Nacho y María del Carmen, que han llegado desde Jerez junto a otros tres compañeros. Aunque saben que hay algún tramo complicado (como los senderos de la zona del Couto, en Narón), ambos se muestran «con mucha ilusión y muchas ganas». Nacho explica que en su entorno hubo quien se sorprendió de que fuese a emprender esta nueva aventura, pero él explica entre risas que «a una mala, me doy media vuelta y ya está». María del Carmen, que completará el Camino en representación de la asociación DIV-Mujer, reconoce que «esto es una locura y no sé si vamos a poder llegar, pero yo me lanzo a todo».
Con esta iniciativa se pretende promover mejoras en la accesibilidad del Camino Inglés, y de hecho se va a aprovechar esta actividad para hacer una auditoría de la accesibilidad del tramo hasta Pontedeume en el marco de un proyecto de la Unión Europea. Según explica la presidenta de ASCM, Paula Gárate, el año pasado un grupo de la asociación ya hizo el Camino Inglés, e identificaron «dos puntos negros en puentes, uno de ellos en Miño», además de «los típicos bordillos en zonas urbanas, que son mejoras que avanzan más lentas porque requieren más permisos». Esperan que esta actividad que concluirá la próxima semana en el Obradoiro pueda servir para «potenciar esta ruta como camino inclusivo».