Javier Pitillas es policía local y en sus ratos libres acompaña a miles de peregrinos en silla de ruedas en su sueño de alcanzar la capital gallega desde Aragón y Navarra. “Ayudar a las personas con discapacidad a llegar a Santiago como cualquier otro peregrino”, así describe los orígenes del proyecto Discamino.
Lo que empezó como una iniciativa en una ruta concreta, el Camino de Santiago, rápidamente se extendió debido al éxito, y actualmente Discamino ofrece la posibilidad de que cualquier persona que necesite soporte técnico y humano pueda hacer rutas de senderismo y montaña a lo largo del territorio peninsular.
Pitillas y su equipo han visitado este jueves la sede del Justicia de Aragón, de quien han explicado que “es un referente para garantizar los derechos y la igualdad de todas las personas, también de las que sufren discapacidades psíquicas y físicas”. Allí, se han encontrado con una pareja de Utrillas que hicieron el Camino con sus hijos discapacitados hace veinte años, “cuando todavía era un asunto extremadamente difícil”: “No sabías cómo iba a ser el tramo, si podías hacer uno o cuatro kilómetros; y los albergues se llevaban las manos a la cabeza cuando pedías facilidades para silla de ruedas”, han relatado.
“Discamino no sólo es la ruta, es la preparación física y mental necesaria para llevar a cabo este reto; es el compañerismo que surge en los retos compartidos, es la ilusión de implicarse en algo que cambiará tu vida y la llenará de significado”, explica Pitillas, “es el día a día de muchas personas que, aunque nunca vayan a poder pedalear, tienen necesidad de algo, o de alguien, que les ayude o acompañe en su paso por este mundo”.
EL CAMINO ARAGONÉS
A lo alto del Somport, a 1.640 metros de altitud, comienza oficialmente el Camino Aragonés de Santiago, que recorre íntegramente la Jacetania para adentrarse en Navarra y confluir con el resto hasta Galicia.
Se trata de una ruta con historia, ya que la construcción del hospital de Santa Cristina, uno de los tres más importantes del mundo en la Edad Media, y el hecho de que Jaca se convirtiera en capital de Aragón, hicieron que los peregrinos optaran por esta ruta en aquellos años, conocida como vía Tolosana o de Toulouse.
Los más de quinientos años de peregrinaje del medievo dejaron cientos de historias y leyendas, además de un legado artístico y cultural. La catedral de Jaca, el Monasterio de San Juan de la Peña, Santa Cruz de la Serós o las ermitas románicas de Santa María de Iguácel y San Adrián de Sasabe son algunos de los ejemplos.