El Año Santo Compostelano lo fundó Calixto II en 1122 para que los fieles que verdaderamente arrepentidos de sus pecados visitasen durante el año la tumba del apóstol Santiago pudiesen, cumpliendo los requisitos ordenados por la Iglesia, obtener la remisión de sus pecados y ganar las indulgencias que ganaban los que visitaban las iglesias de Roma en el año del Jubileo romano. Un año santo cristiano es la cristianización del año sabático judío, la santificación del año séptimo por el descanso de la tierra al final de cada siete años; año sabático en el cual las tierras no debían trabajarse, el alimento era lo que crecía espontáneamente sin trabajo del hombre. Las gentes vivirían de lo que la tierra produjera espontáneamente. Se daba libertad a los esclavos, cada cual se retiraba a su clan familiar, se restituían a sus primeros dueños todas las posesiones vendidas y se perdonaban todas las ofensas (Levítico, 25).
Se denomina año santo o de Jubileo Plenísimo cuando el día de Santiago Apóstol, 25 de julio, cae en domingo; acaece cada 5, 6 y 11 años, y es la cristianización del año jubilar judío. Pasadas siete semanas de años, el año siguiente, el quincuagésimo, era el año Jubileo. Jubileo, del hebreo yotel: toque de cuernos o bocina que los sacerdotes hacían sonar el año 49, que precedía al año jubilar. El fundamento de la propiedad privada en Israel era que el país era propiedad de Yahveh, que lo había entregado a su pueblo para que lo administrara. Por esta causa es que los profetas se vuelven contra cualquier clase de explotación. La usura con que los ricos agobiaban al pueblo había privado a estos de sus campos, fenómeno que ocurrió y ocurre con frecuencia en la historia de las sociedades agrícolas y que dio origen a frecuentes revoluciones. El Año Santo se iniciará mañana, 31 de diciembre, a medianoche, con la solemnísima apertura de la Puerta Santa de la catedral, y se terminará sellándola a cal y canto el día 31 de diciembre del Año Santo, con un ceremonial parecido al de apertura.
Uno de los actos, cumpliendo ciertos requisitos, por los que los fieles pueden obtener indulgencias es la peregrinación. Peregrinación es un viaje hecho por religión a un lugar consagrado. «El peregrino camina sobre una tierra llena de resonancias, de recuerdos, de historias, de esperanzas y desengaños de miles de años, tiene toda la libertad, pero al mismo tiempo se siente completamente atrapado por la corriente envolvente del Camino. Cuando llega a Santiago está integrado en la comunidad de peregrinos, y le es difícil trazar una línea clara y precisa de demarcación entre el interior y el exterior. El proceso de identificación del peregrino se alimenta de la experiencia de los otros que le acompañan y de los otros que le han precedido», me confesó un peregrino francés al llegar a Santiago después de caminar 40 días. Y otro, inglés: «El peregrino busca algo que lo lleve más allá del final del camino. La llegada a Santiago, una piedra con recovecos, no fue para mí el final del Camino, sino la llegada al Pórtico de la Gloria, la gloria en piedra, que me arrojó de bruces frente al vacío en que estaba viviendo y me lanza a buscar lo que está detrás de la sonrisa de Daniel».
Fuente: La Voz de Galicia