Hay caminos y hay discaminos. A sus 70 años, Asunción Arias cumplió este domingo un sueño largamente acariciado. Hizo el Camino de Santiago en diez etapas consecutivas subida a un triciclo adaptado, que se desplaza girando el manillar, y con la ayuda de Javier Pitillas, Juan Osa, Iván Castro y Jacob Thomas. Ellos son voluntarios de Discamino, una organización que prepara y acompaña a cualquier persona discapacitada —intelectual, física o sensorial—, a peregrinar a Compostela. «Na miña situación de diminución física, facer isto é como se subise o Everest. Os límites físicos realmente non existen, están na nosa cabeza», según indica Asun, que entró en el Obradoiro tirando sola del artilugio de tres ruedas y haciendo un verdadero esprint, mientras los peregrinos y los turistas de la plaza rompían a aplaudir con asombro y emoción; hasta tal punto que muchos se acercaron a felicitarla, interesarse por su experiencia y retratarse con ella.
«Nunca imaxinei un soño tan inmenso cando entrei no Obradoiro, en conxunción con tantas persoas doutros países e culturas. Quería abrazalas a todas. Sentín que chegaba ao corazón do planeta», según relata cuando logró serenarse y tener conciencia de lo que acababa de vivir. «Eu esperaba chegar en silencio e ver o resplandor das almas… Para min vai haber un antes e un despois desta vivencia», añade la intrépida mujer, cuyo objetivo era «demostrar y hacer visible» que la gente con discapacidad puede hacer el Camino. «Os anxos do Camiño existen e son de carne e oso. Os voluntarios de Discamino son unha auténtica bendición, tanto que eu durante a ruta, que non é doada precisamente, sentíame como unha raíña apoiada por eles», concluye. Habían salido de Ponferrada, localidad donde el Francés se bifurca hacia Las Médulas para cruzar Valdeorras y la Ribeira Sacra luguesa evitando la dureza de O Cebreiro, hicieron etapas de hasta 32 km y rodaron-caminaron a una media de seis km por hora.
Natural de Fontei (A Rúa de Valdeorras), en cuya comarca preside la asociación de amigos del Camino, Arias destaca el crecimiento paulatino de esta ruta de invierno y cifra en una docena de peregrinos diarios los que pasaron por Valdeorras el año pasado. «Claro que non é comparable con outros, pero aos poucos imos crecendo. As asociacións do Camiño seguen sendo necesarias, porque facemos moito máis que pór un selo», advierte esta entusiasta del mundo jacobeo, que también fue hospitalera. Y hablando de hospitalidad, varios socios de Alumni USC le salieron al paso en Sar para acompañarla en la recta final; entre ellos, Agustín Pena —expresidente de la entidad universitaria— y José Manuel Ortigueira —comisario de la exposición «Camiño de Inverno: heroínas e anfitrións»—. Antes de volver a casa, Asun se reencontró con el coronel José Rúa, militar santiagués retirado y autor de la guía más documentada del Camino de Invierno, que va ya por la quinta edición revisada. Historias para compartir.
Fuente: La voz de Galicia