El Camino Francés ha celebrado su trigésimo aniversario de la declaración por parte de la Unesco como Patrimonio de la Humanidad. Los repiques de campanas el 10 de diciembre enmudecían la capital gallega a modo de aplauso a esta ruta milenaria. Una ruta que guía a miles de peregrinos desde tierras francesas hasta Santiago de Compostela y transcurre a través de 11 históricos municipios gallegos que invitan a saborear el camino con todos los sentidos.
Este Camino trasciende la mera peregrinación, dejando una huella indeleble en la cultura e historia de España. Recorrer los municipios gallegos en el Camino Francés es más que un viaje religioso, es un viaje a través de los siglos.
Cada municipio narra una historia singular, revela una perspectiva cultural única y muestra las tradiciones que caracterizan a Galicia. En esta ruta, el pasado se entrelaza con el presente, y los peregrinos son testigos de la riqueza emanada de la tierra y su gente, que da vida al Camino de Santiago Francés.
Municipios históricos
El Camino Francés tiene una longitud de 160 kilómetros en el que transcurren 11 municipios gallegos: Pedrafita do Cebreiro, Triacastela, Samos, Sarria, Paradela, Portomarín, Monterroso, Palas de Rei, Melide, Arzúa y O Pino
– O Cebreiro. Es la puerta de entrada a la magia del Camino de Santiago Francés en Galicia. Este pequeño pueblo, anclado en la provincia de Lugo, marca la primera parada de importancia de esta ruta al adentrarse en Galicia. Con sus antiguas pallozas y la icónica iglesia prerrománica de Santa María, O Cebreiro despierta la esencia de la Galicia más tradicional. La leyenda de la supuesta aparición del Santo Grial en este lugar añade un toque místico a la experiencia, atrayendo a peregrinos y visitantes por igual.
– Triacastela. El nombre de Triacastela, que se traduce como «tres castillos», es el punto de encuentro de varios caminos de peregrinación. En Triacastela convergen tres rutas hacia Compostela entrelazando experiencias y culturas. Los peregrinos descubren la cálida hospitalidad gallega mientras se maravillan con la belleza de sus paisajes montañosos.
– Samos. Sus calles empedradas y sus casas de piedra invitan al peregrino a sumergirse en la autenticidad de Galicia. Con un legado histórico incomparable en el que en el corazón de sus paisajes verdes se erige el majestuoso Monasterio de San Julián de Samos, un tesoro arquitectónico del siglo VI.
– Sarria. Es la puerta de entrada a la aventura Jacobea. Es el punto estratégico en el Camino de Santiago que marca el inicio para los peregrinos que buscan obtener la compostela. La iglesia de Santa Mariña y el Monasterio de La Magdalena, son señas de la rica historia de este lugar.
– Paradela. Es la esencia rural de Galicia. Sus verdes paisajes transmiten serenidad y tranquilidad, mientras que sus casas de piedra tradicionales cuentan historias de su pasado. Paradela es el lugar en dónde la naturaleza y la tradición se dan la mano.
– Portomarín. Protagonista de una historia peculiar. La antigua Portomarín fue inundada para dar paso a un embalse en la década de 1960, y muchos de sus edificios fueron trasladados y reconstruidos en una nueva ubicación. El resultado es una fusión armoniosa entre lo antiguo y lo nuevo, siendo la iglesia de San Nicolás testigo de esta extraordinaria metamorfosis histórica.
– Monterroso. Cautiva con su encanto rural. Rodeado de verdes paisajes y colinas ondulantes, sus calles empedradas y plazas acogedoras invitan a disfrutar de un relajante paseo. Monterroso es el lugar en el que la serenidad rural se enreda con la historia de Galicia.
– Palas de Rei. En esta localidad se puede disfrutar de diversos tesoros medievales en un entorno natural. Su castillo medieval y la iglesia de San Tirso son joyas históricas que transportan a los visitantes a tiempos pasados.
– Melide. Es el referente gastronómico en el Camino de Santiago. Este ayuntamiento es conocido por su exquisito pulpo a la gallega. La presencia histórica de la iglesia de Santa María y el puente romano sobre el río Furelos añaden un atractivo adicional a esta encantadora localidad.
– Arzúa. Es famosa por su queso que destaca como un símbolo de la riqueza agropecuaria de Galicia. En este ayuntamiento, los peregrinos se sumergen en campos verdes salpicados de granjas y aldeas. La presencia espiritual de la iglesia de Santiago y la capilla de A Magdalena añaden un toque adicional a este paisaje bucólico.
– O Pino. Es la esencia de la tranquilidad y autenticidad de la región. Este rincón sereno está impregnado de historia y naturaleza, con sus campos verdes y antiguas construcciones de piedra. Esta localidad ofrece una conexión profunda con las raíces gallegas, brindando a los visitantes un retiro tranquilo en el corazón de Galicia.
En definitiva, el Camino Francés no solo es una ruta de peregrinación, sino un viaje transformador que atraviesa paisajes variados, comunidades acogedoras y una rica historia.
Ya sea por motivos religiosos, culturales o simplemente por la búsqueda de aventura, el Camino de Santiago Francés sigue siendo un camino venerado y emblemático que continúa inspirando a viajeros de todo el mundo a seguir sus pasos y descubrir el poder transformador de esta antigua ruta.
Fuente: www.eldebate.com