Muxía es uno de los lugares de la Costa da Morte en donde más ha impactado la creciente demanda turística de los últimos años. Se trata de un Concello único por muchos motivos. El más reseñable a la vista, el plano urbanístico de su capital municipal, en una estrecha península a la que el mar azota con bravura por ambos costados, como avisando al navegante de que allí se guarda un tesoro. En los más de 120 kilómetros cuadrados que tiene la localidad, la oferta de playas es inmensa, hasta un centenar. Las hay de aguas cristalinas y tranquilas, como O Lago, y las hay vírgenes, como Area Maior o Nemiña, meca del surf de la comarca. Para el que quiera alejarse de la arena, entre los árboles se esconde el paraíso de las Caldeiras do Castro.

La propia ubicación muxiá en el mapa es especial también por otro detalle, pues durante algunos meses es en un rincón de este municipio, en el Cabo Touriñán, desde donde se puede ver el último rayo de sol de la Europa continental. Otra panorámica para no perderse es la que se visualiza desde el Monte de O Facho.

Pero Muxía es mucho más que paisaje. Goza de una leyenda casi incomparable, que le permite ser uno de los finales del Camiño de Santiago. El Santuario da Barca o el de San Xián de Moraime, las historias vivas aún en sus piedras o la tradición de oficios centenarios como el de los percebeiros o el que se exhibe en los secaderos de congrio. Un tesoro que se sigue descubriendo cada año y que goza ya de numerosos premios de calidad para el visitante, por donde pasa también el Camiño dos Faros.

  Fuente: La Voz de Galicia
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